sábado, 20 de junio de 2009

LA MUERTE DE GUILLERMO LORA

POR FAVOR LEANLO, DIFUNDANLO Y PUBLIQUENLO

Ante la Muerte de Guillermo Lora
Enviado por Fernando Armas el Sáb, 30/05/2009 - 15:29.

Qué herencia reivindicamos, de Guillermo Lora y el POR boliviano
El viejo dirigente revolucionario recientemente fallecido fue un encarnación genuina de un proceso de aislamiento del marxismo revolucionario desde la década del 30 hasta fin de siglo XX.
Este proceso, que abarca hasta nuestros días, incluye al propio León Trotsky, asesinado en agosto de 1940 por el stalinismo.

El asesinato de Trotsky tiene un significado histórico que excede el hecho puntual: matarlo fue una necesidad de la burocracia reaccionaria que fue copando el Estado Obrero soviético, pero también del Imperialismo en los umbrales de la segunda guerra mundial.

El joven Lora (como unos cuantos contemporáneos) se lanzó a la arena de la lucha de clases con el espíritu quijotesco de quien reconoce en la adversidad la causa de sus energías.

  • Así, las famosas Tesis de Pulacayo aprobadas en un un Congreso Minero en los 40, o su propio rol como diputado, le valieron al joven estudiante de Derecho justificada fama.
    Lora avanzó desde esas experiencias hacia la elaboración de un programa. Su propia revisión crítica de las Tesis mencionadas (en la que reemplaza la táctica del frente único obrero por la adecuada a una semicolonia como Bolivia, es decir, el frente único antimperialista), demuestra una vitalidad crítica que se revela en lo mejor de su obra: “ De la Asamblea Popular al golpe facista”, donde investiga seriamente el riquísimo proceso de los 70 en el Altiplano.

En esa obra también se inicia un aporte programático que luego tendría mayor (y hasta discutible) desarrollo: cómo plantear en los tiempos actuales el trabajo al interior de las fuerzas armadas y de seguridad, para que su destrucción en términos leninistas recorra el camino de su propia subversión. Tomando el tema militar, es riquísimo el trabajo de Lora en su lucha contra el foquismo, focalizado en una obra de gran valor, de polémica viva con Ernesto Che Guevara: “Revolución y Foquismo.”

También Lora hizo un gran aporte al rearme programático del trotskysmo a escala internacional: su caracterización de la Perestroika como “contrarrevolucionaria”, desmenuzando en un apretado análisis el proceso de restauración capitalista en la ex URSS. Sin embargo, ese mérito no se correspondió con un análisis consecuente del significado de tal restauración, en el sentido de que una derrota de tal magnitud para el proletariado mundial, cambiaría necesariamente la correlación de fuerzas entre las clases.

Efectivamente, Lora se refugió en un nacionalismo increíble respecto a la “excepcionalidad boliviana”, afirmando en los años 90 que “habían muerto el nacionalismo y el stalinismo” y que el POR ya era dirección ideológica de los explotados, en el contexto de una “situación revolucionaria hacia la insurrección armada”. Los hechos posteriores y actuales (con Evo Morales, como expresión indigenista del nacionalismo de contenido burgués) demuestran este gravísimo error.
Guillermo Lora sufrió el aislamiento internacional. En parte, provocado por la propia crisis del movimiento de la Cuarta, y en gran parte también por su concepción mesiánica de construcción del partido.

Como señalamos en una nota aparte (escrita al correr del teclado ante la noticia de su muerte), ese mesianismo lo llevó a un burocratismo sectario en el manejo interno de partido, absolutamente a contramano de la posibilidad de construir un equipo de dirección, tanto para el POR boliviano como para el Comité de Enlace por la reconstrucción de la Cuarta Internacional que fundamos conjuntamente.

La muerte de Lora plantea cuestiones de herencia: nosotros nos hacemos cargo, autocríticamente, de la nuestra. Esperamos que los valiosos militantes poristas bolivianos puedan hacer lo propio, y no limitarse a utilizar el mito, para sobrevivir a Lora armados con sus Obras Completas.
Fernando Armas

Murió Guillermo Lora
A la edad de 88 años, murió el pasado 17 de mayo en La Paz, Bolivia, Guillermo Lora.
Conocí al viejo revolucionario en junio de 1988, cuando fundamos en la altura del altiplano el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional.
Yo, todavía joven militante, recientemente expulsado con un grupo numeroso de compañeros por la burocracia que dirigía y dirige el Partido Obrero, creí ver en el mítico personaje no sólo la leyenda, sino la encarnación del bolchevique leninista.
La muerte, inevitable y esperada (Lora padecía un cáncer de hígado desde hace algunos años), golpea en los sentimientos, pero también nos interpela en las convicciones: en aquellas que tuvimos y hoy vemos equivocadas; en aquellas otras que reafirmamos o adquirimos producto de la experiencia.
Como en las historias de amor, el vínculo intenso con un líder revolucionario de la talla de Lora deja una impronta. Se trata de que ese transcurrir signifique un aprendizaje. Lo tuvimos en esos casi ocho años que compartimos de trabajo político común.
  • *Aprendimos el significado de una militancia basada en el programa, en que la realidad que se quiere transformar debe ser estudiada en sus leyes si se quiere realizar un trabajo científico.

  • *Comprendimos también que ese programa no se elabora en un laboratorio, sino que se construye en la relación dinámica entre el grupo político y su materia prima, la clase obrera, las masas.

  • *Contra lo que Lora pensaba y practicaba (ser él mismo la síntesis del programa, fomentando un culto a la personalidad que fue creciendo en los últimos años) defendimos el debate colectivo y la formación de un equipo de dirección.

  • *Contra el lugar común del “hombre nuevo” (que Lora reivindicaba, colocando al militante en un lugar de mártir sacrificado), pudimos entender que militancia es abnegación, es entrega, pero que es completamente falso que tal cosa signifique dejar de ser un ser humano, producto también de esta sociedad de explotación.

  • *Ligado a lo anterior, pudimos profundizar la raíz del exitismo delirante de la mayor parte de la “izquierda marxista” (Lora incluído): para perpetuarse, las pequeñas burocracias necesitan sostener a la militancia en el entusiasmo de la revolución inminente, negando el peso de las derrotas, del atraso de los explotados, y de la debilidad de la vanguardia.

  • *Como en el Partido Obrero, plantear las divergencias nos valió la expulsión: el mito, el revolucionario intachable, respondió con los métodos burocráticos ya conocidos. La lógica expulsiva demostró ser la lógica de la secta, independientemente del país, del origen racial o de los metros sobre el nivel del mar.


Este apretado balance crítico de la figura de Guillermo Lora no niega su prolífica historia, indisolublemente ligada a la riqueza de la situación política boliviana del pasado siglo.
Pero sólo un acto de hipocresía nos permitiría sumarnos a los homenajes (sinceros u oportunistas) a la hora de su muerte.

CON SALUDOS
CESAR USCAMAYTA
CEL: +591 79620723
http://amr-bolivia.blogspot.com

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